Mega Vacaciones

miércoles, 11 de febrero de 2009

Vacaciones... ¡de terror!

Es notable el número de personas que sufren de este trastorno. Un tiempo de disfrute traducido para el sujeto en angustia y depresión. Causas personales no resueltas, obsesión por la productividad material y coletazos de la crisis lideran el ranking señalado por profesionales.

Hay tendencias de todo tipo: de las malas, de las buenas, de las esperables y también aquellas que para muchos podrían catalogarse dentro de lo insólito. Este podría ser el caso de una tendencia transformada en determinadas personas en una verdadera “fobia”, en este caso, a las vacaciones. Sí, leyó bien, nos referimos a ese período en el que supuestamente se pone piloto automático para alistarse en las filas del descanso y disfrute “a pata ancha”, como dice el dicho.

¿Pero qué pasaría si la hamaca con vista al mar, la brisa de las sierras o el más requerido punto turístico internacional le crea más angustia que placer?

“Me tomé un mes de vacaciones y recién cinco días antes sentí la paz de estar cerca de la vuelta al trabajo”, declara Ernesto, contador de 37 años que desarrolla su tarea en un reconocido local de deportes.

Declaraciones de este tipo sólo manifiestan de manera concreta el intrincado problema que significa para el sujeto mirarse como protagonista de su tiempo libre.

¿Las causas? múltiples, diversas y lo suficientemente poderosas como para pulverizar todo intento en la persona de pasarla bien, y verse desligada de las responsabilidades que lo laboral le exige.

Testimonios de quienes padecen esta fobia, y análisis de profesionales de la psicología y la sociología perfilan el mapa de situación. Una manera de comprender de cerca, las razones de una fobia que pareciera tener en sus filas cada vez más adeptos.

Con la cabeza a mil

“El tiempo es dinero”, ¿cuántas veces hemos escuchado esta declaración, incluso hasta en las películas de la boca de un personaje conocido? Sin duda, muchas. Una de las verdades que subyace visible es que la urgencia máxima de esa persona pasaría por el rendimiento económico.

Entre líneas sin embargo, aparece algo más profundo: “el sujeto llega a desarrollar tal fobia, que siente que cualquier actividad improductiva es una verdadera pérdida de tiempo, cuando en realidad el tiempo libre es necesario y enriquecedor para toda persona. Un permiso que todos debemos darnos”, expresa la psicóloga bonaerense Beatriz Goldberg.

La urgencia de la productividad ligada a una forma de vida, no es la única causa que se apunta en torno a la fobia vacacional. Muchas veces, el pasado, el presente y hasta el futuro se unen para pasar factura y la persona en cuestión debe enfrentar en la realidad, algo más que las olas y el viento...

Así lo describe Carlos, un joven arquitecto maipucino de 33 años, que hasta goza de las mieles de tener su propio estudio. Con solvencia económica para vacacionar tranquilo, pero la insuficiencia de poder disfrutarlo, declara: “No paro, estoy con la cabeza a mil todo lo que duran mis vacaciones. Comienzo a preguntarme sobre lo que no deseo analizar y analizo detalles que no quiero ver. No estoy preparado y aunque sé que es una evasión, me llevo siempre la notebook para trabajar tiempo parcial”.

El testimonio muestra una realidad que une a la mayoría de las personas que padecen esta enfermedad.

Incluso y en pos de mantenerse aturdido lo suficiente, hasta el cuello de botella que ofrecen las terminales para ir a rumbos turísticos adonde todo el mundo va, pareciera ofrecer suficiente evasión para muchos.

“La verdadera fobia es contar con el tiempo y el relax suficiente para enfrentarse con los fantasmas que la persona no desea confrontar. El miedo al cambio, al análisis y a hacerse preguntas sobre sus vidas es para muchos algo demasiado pesado para procesar.

Por eso también se eligen sitios que en lugar de relax vacacional ofrecen toda una serie de alternativas, para tener la agenda completa y sin descanso”.

Permiso para el disfrute y hacerse amigo de la autorreflexión positiva sobre nosotros mismos, procesando el miedo al cambio, son los puntales para aprender a caminar en equilibrio y sin red.

Tan lejos... tan cerca

No vivimos en un táper ni mucho menos, pensarnos dentro del tifón mundial es más acertado en los tiempos que corren... una manera siempre adelantada de entender cómo los cimbronazos desde el otro lado del mundo, terminan por repercutir en lo más mínimo de nuestras costumbres cotidianas.

Graciela Coucinet, socióloga y vicedecana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, realiza su anclaje de opinión en este sentido: “Si nos abocáramos a una de las posibles razones que podemos descifrar desde lo sociológico para comprender las causas de esta fobia, podemos citar el miedo a la crisis mundial. Es que las personas piensan que gastar en vacaciones en situaciones de incertidumbre a futuro, es un riesgo”.

Un futuro un tanto incierto desde la década de los 90 en cuento a trabajo y estabilidad, conforma un background denso que no ayudaría al sujeto a sentirse cómodo ante nuevas crisis.
“Con mi marido nos morimos de ganas de tomarnos un respiro, pero prefiero ganar en tranquilidad, que vacacionar y vivir con la incertidumbre de no poder pagar semejante gasto.

Nosotros somos cuatro, desde la última crisis que nos tocó vivir en los noventa, le hemos tomado fobia a todo lo que represente perder el control económico”, detalla Mirta, una docente de 47 años que reparte su tiempo en tres escuelas de Luján, Guaymallén y Maipú, para llevar el sustento a casa.

“Por otro lado, otra de las causas del desarrollo de este tipo de fobias, también se vincula con la inseguridad. No se quiere dejar el hogar ni aunque sea una semana por temor a ser desvalijados. El miedo está, existe bajo determinadas formas que sociológicamente decantan en razones de peso ante la duda que el contexto le genera al sujeto”, argumentó Coucinet.

Permiso para el disfrute y hacerse amigo de la autorreflexión positiva sobre nosotros mismos, procesando el miedo al cambio, son los puntales para aprender a caminar en equilibrio y sin red.

Y mientras unos las desean y otros que les temen, la capacidad de disfrute de las vacaciones muta en fobia. Una nueva provocación del contexto en que se vive. Equilibrio entre placer y responsabilidad, una cuenta pendiente para no formar parte de una estadística creciente.
Analía de la Llana - adelallana@losandes.com.ar

Fuente: losandes.com.ar

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